martes, 17 de marzo de 2015

Prólogo de Juan Carlos Pumilla

PROLOGO


Piedra libre a los juegos

            El hombre que se sumerge en este inventario de esparcimientos presiente que no saldrá indemne de su lectura. Que esa recorrida por el texto, proponiendo  regresos a una parcela de su propio pasado, despertará emociones que creía sepultadas o extinguidas. Y más: que el repaso a las prácticas de la niñez las resignificarán  otorgándoles valores y consecuencias impensadas.
            Revelaciones que se acrecientan  y avanzan a medida que se desandan las páginas.
            Porque el catálogo trasciende su propio cometido: es el resumen y  al mismo tiempo confirmación de que los juegos  son la creación  y puesta  en práctica de  un sinfín de mecanismos profundos de la vida. A partir de ese magisterio nos vigorizamos, socializamos, enfrentamos los dilemas de la existencia. En fin, las herramientas para avanzar y despertar en cada uno de nosotros las manifestaciones más humildes y sinceras de la alegría, la elaboración y conquista de un  objetivo y acaso, hasta un destino poético.  En síntesis, el descubrimiento y la evidencia de nuestro costado  “más pájaro”, al decir de Tejada Gómez.
            No estarán ausentes, también, algunos destellos de felicidad.
            El hombre que lee mantiene desde tiempos inmemoriales un lazo de fraternidad con el autor. Sabe, entonces, que la  prolija y  laboriosa enumeración está fundada en razones empíricas irrefutables.
            Acaso un sesgo de pudor, probablemente una consideración sobre prioridades, hizo que el Quique Mario  soslayara otras experiencias lúdicas de su infancia. Nos despoja así de los pormenores de un escenario   plebeyo en un baldío de Villa del Busto, deliciosas representaciones del “Águila Humana así también una incursión precursora (a falta de guitarra) como  eximio “tocador de sartén”, actividad que prefiguraría su porvenir de juglar.
            Confirmando una sensación inicial el lector verifica que algo indefinible   se ha alojado en su corazón. Seguramente el producto de la reminiscencia que a menudo roza la nostalgia. Repasando las páginas aparecen situaciones. Semejanzas que lo ubican en un lejano ambiente pueblerino, imperio de su Majestad, la Siesta. Reino de rosetas y yuyales, un  padre enseñando a embocar  a las bolitas,  haciendo gala de destrezas con el trompo y el balero. De allí proviene su educación que le consiente inevitables  comparaciones y el alumbramiento de una teoría a  la que   tal vez le deban algunas certezas. Pero no está mal pensar – aunque más no sea  por el placer de activar algún desafío- que  el crío que juega construye  en sus esparcimientos  la armazón para futuros combates.
            El chiquillo que retoza tiene los pies en la tierra y su mente en el planeta de la imaginación. En sus ejercitaciones al aire libre ensucia las manos y limpia su alma. Como un Anteo renacido, el niño que juega se nutre de energías  en la constatación de sus solares.
            El hombre, que concluye  esta articulación contra el olvido, se despide  de una remembranza que lo ha transportado  a regiones  poco más o menos  que ocultas ,  jubiloso   porque es sabido que la memoria vence al tiempo  y si no que lo digan los potreros.

JCP

Octubre 2013

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ANTES... ¿ERA MEJOR?

ANTES… ¿ERA MEJOR?
LOS JUEGOS OLVIDADOS



INTRODUCCION

El juego del Ta Te Ti en las siestas de verano o atardeceres de invierno, las carreras de chapitas en los cordones de las veredas, las rueditas “de penicilina” que se adaptaban
a los autitos plásticos para lograr mayor velocidad,
la colección en álbum y juego de figuritas,
la construcción de barriletes para remontar con los infaltables
vientos de agosto, son sólo una muestra
de la forma en que los niños ocupaban su tiempo
por aquellas épocas... allá por la década del ’60.
“Todo tiempo pasado fue mejor”... reza un dicho popular
con el que seguramente no muchos coinciden,

mientras otros, los más nostálgicos, lo aceptarán a pié juntillas...Este trabajo es un rescate de la destreza e ingenio que ponían de manifiesto los niños de hace 50 y píco de años.